Astrónomos de todo el mundo han colaborado para crear el mapa de agujeros negros más grande y preciso jamás publicado.
A primera vista, el resultado no es sorprendente, parece un cielo estrellado normal observable por cualquier telescopio. Entonces nos damos cuenta de que los diversos puntos luminosos no indican estrellas, sino agujeros negros interceptados por radiotelescopios de baja frecuencia.
Las imágenes individuales fueron registradas por European Low Frequency Array (LOFAR), un instrumento que lucha por percibir estrellas, pero es fenomenal para identificar cuerpos celestes que emiten frecuencias de radio ultrabajas.
En la práctica, los científicos pudieron mapear el posicionamiento de los fenómenos astronómicos analizando las emisiones de radio de la materia circundante. Una tarea que ha resultado particularmente difícil ya que la ionosfera de la tierra crea invariablemente una distorsión de los datos, lo que complica su interpretación.
Para formalizar el mapa de los agujeros negros, el equipo de investigadores tuvo que compensar las perturbaciones ionosféricas mediante el uso de “supercomputadoras” y algoritmos capaces de reprocesar la imagen cada cuatro segundos durante todo el tiempo de observación, es decir, 256 horas.
Aunque el que se acaba de completar es el mapa más grande y preciso jamás realizado, representa solo el dos por ciento de toda la bóveda celeste. Resultados en la mano, sin embargo, los astrónomos se están preparando para embarcarse en un trabajo que durará años, centrándose principalmente en los cielos del norte.
El LOFAR es el radiotelescopio más grande que existe entre los capaces de operar a frecuencias tan bajas y está desplegado en 52 estaciones diferentes distribuidas entre nueve países: Alemania, Polonia, Francia, Reino Unido, Suecia, Irlanda, Letonia, Italia y, sobre todo, Holanda.

Periodista y escritor
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